VIAJE A ÍTACA

 El hogar es aquel lugar al que siempre regresas, o en el que siempre piensas. 

Campos de Extremadura

Soy Jorge (Jordi), el hijo de Pedro y María. Habito los territorios del norte de Tartessos (En Hispania, una tierra llana y hermosa al atardecer rodeada de sierras de no mucha altura, cerca de una de ellas hay un cerro: (isla de alto valor estratégico), y sobre ella un castillo de orígenes moriscos. En esta tierra abundan olivos, vides y encinas de agitado follaje, y a su alrededor existen dólmenes de tempos remotos. Una tierra áspera, pero buena criadora de mozos (descendientes de atlantes)


De lo que trata este blog (pero desconocía el iniciar), es en relación a una serie de  experiencias (propias), de las que "creo entiendo" un conocimiento que todavía no se bien dilucidar, a partir de un buen número de experiencias singulares (en mi vida) y percepciones, (que desde hace años, pero sobre todo desde que volví del extremo oriente de Anatolia) son propiciadoras de una clase diferente de entender y estar en el mundo: un saber o conocimiento, no lo sé, pero en todo caso muy difícil de acometer y más de entender, pues como la lechuza de Minerva me trae su mensaje cuando el día ha terminado, por lo que ignoro aún su finalidad última, o siquiera si la tiene, más allá de en lo que a mí mismo me atañe en el presente respecto a mi persona; esto es: principalmente entender y entenderme a mí mismo en el mundo y al mundo que me rodea (J Maqueda)

Alguien dijo una vez que auténtico del aprendizaje es confirmar de alguna manera algo que ya está dentro de nosotros: aprender sería por tanto (ese viaje) de redescubrimiento (entendimiento de aquello ya existente en nosotros de la experiencia) entiéndase: a partir de una edad todos tenemos suficientes experiencias (aquí me reconozco) para que instruirse en ellas sea un arreglo de sus interacciones, o una reordenación de sus jerarquías y no la miseria de la continua y constante acumulación de información y experiencias nuevas, sin parar. Todo ya está allí, o casi todo, y es su redescubrimiento, dándoles forma y sentido en nuestra vida, lo que constituye el aprender. Aprendizaje no es por tanto almacenar más y cuanta más información (y más experiencias), sino ir reconociendo la información ya almacenada (de las propias experiencias) y su influencia recíproca en las necesidades del presente hacia uno mismo y los demás.

II

No es necesario que os cuente lo que fue aquello. Veredas, veredas por todas partes. Una amplia red de veredas que se extendía a lo largo de amplias praderas, praderas quemadas, a través de la selva, subiendo y bajando profundos barrancos, colinas pedregosas asoladas por el calor, y una soledad absoluta. Nadie!

("El Corazón de las Tinieblas - Joseph Conrad")


“Toda experiencia material, nace en un reino intangible, 
más allá del espacio y del tiempo” 

Le resultará inevitable preguntarse, si al seguir adelante encontraremos alguna luz con que iluminar algún misterio. Pues bien: lo desconozco. Desembarazarse del abultado velo que cubre nuestras conciencias y ver más allá de ésta, es una tarea que incumbe individualmente a cada uno de nosotros; un ejercicio que se debe realizar de modo intimista y personal. Ya resulta bastante embarazoso tener que hablar de aquellas emociones que más profundamente nos embargan; voces que en ocasiones resuenan con fuerza en nuestro interior, provocando que alcemos la vista hasta lugares insólitos, lejanos de nuestras tierras. Lugares donde habita la fascinación y el encanto, y desde donde se escucha el sutil y melódico canto de vírgenes que con pujanza, tiran de nuestras almas. Cuánto más complicado todavía sería tener que razonar, describir esas pasiones que nos llevan voluntariamente a partir en una azarosa busca, a todos aquellos que las ignoran. Que ignoran el sonido oculto, camuflado tras el fuerte viento en la tormenta, sobre las altas cumbres nevadas; tras el ruidoso rugido de las olas que se estrellan furiosas contra las rocas sobre escarpados acantilados. En el lamento que exhala la nieve al crujir bajo las botas al ser pisoteada, incluso en el monótono rumor del agua, que se advierte risueño, alborozado en primavera bajo los vapores de un diminuto arrollo escarchado. Cómo explicar esa necesidad de ir más allá, de seguir caminando entre la tempestad, cuando aparentemente delante no hay más que soledad y un intenso frío. Siempre desconociendo que Parca, en silencio aguarda. Y Todo ello sin olvidar, lo complicado de aventurarse a narrar una historia, cuando esta trata de uno mismo, pero detrás de cada palabra se encuentran personas, compañeros; relaciones casi extintas, o sofocadas por el inexorable paso del tiempo: ese gran matarife  como lo llama mi amigo Florián. Vínculos, en algunos casos cercenados hace años por la infame guadaña de la muerte, siempre inoportuna, que puso fin a toda ilusión y esperanza; “sueños perdidos para siempre “. Amistades remotas más propias del recuerdo, que de la realidad cotidiana por la que discurre nuestra vida diaria. Pues aventurarse al pasado se torna temerario, cuando sabemos que despertaremos viejos sentimientos: olvidadas emociones aletargadas durante años, en lo más profundo y lejano de la memoria. Pasiones, deseos, tragedias; en definitiva: recuerdos, que desconocemos si no sería mejor dejar, en el lugar donde ahora descansan. Pues “revivir lo acontecido, retroceder hasta algún momento casi olvidado; sintiendo aquellos días, experimentando de nuevo las emociones, las vivencias del pasado, es bajar a un Lugar oscuro: un paraje que puede mostrarse terrible, y en ocasiones despiadado.

Sin embargo, y de lo que estoy seguro que reconocerán a partir de ahora (todos los días) serán a aquellas personas, que como yo un buen día, después de sentir y haber oído y seguido aquel hermoso canto de sirenas, luego renunciaron a estas; abdicando incomprensiblemente de sus propósitos e ilusiones. Comenzando entonces a escuchar aquellas otras voces, en este caso alojadas, esculpidas y resonando en sus atormentadas conciencias. Personas que hoy reconocemos todos por las calles de nuestras ciudades: cansadas, hastiadas, y que con el tiempo, de una manera u otra, por un motivo u otro, sienten que su vida ha sido un desastre, un auténtico naufragio, y lejos de haber alcanzado aquellos puertos hacia los que un día partieron, se vieron arrastrados a playas ajenas (en las que atracaron y se instalaron), distantes de sus verdaderos destinos; de aquellos destinos allende que sentían como propios, en lo más profundo de sí. Hombres y mujeres, jóvenes y mayores a los que difícilmente oiréis sus lamentos: pues no se les oye porque callan en silencio. Soportando el pesar que les aflige, sin manifestar su dolor y cumpliendo rutinariamente y puntualmente, con sus insignificantes responsabilidades cotidianas. Personas que ignorando un día su voluntad, siguieron los consejos pérfidos y ajenos de no acercarse a la frontera, de no buscar a las sirenas, de no escuchar su hermoso canto, y que sin darse cuenta, aun siendo todavía jóvenes habían renunciado a sus esperanzas; aceptando sumisamente el encaje social que a todos, sin excepción, nos pretende ser asignado. Personas reconvertidas en Autómatas. Elementos reprogramamos de una sociedad infecta, que destruye todo aquello bueno y maravilloso que encuentra.

Pero, en mis palabras no hallareis añoranza, más todo lo contrario. Pues, preguntémonos, ¿Qué sentido tiene vivir si renunciamos nuestro más preciado tesoro? Si ignorándonos a nosotros mimos, prescindimos de nuestros sueños e ilusiones; aquello que nada ni nadie, nos puede sustraer. ¿Y qué?, si os dicen, que estos parecían locuras; ¿y Qué?, si tras ellos aguardaba la muerte. Que habrá sido de nosotros si al final de nuestros días, sobre un cálido y confortable lecho, nos vienen a la memoria las terribles palabras de Pere Rovira i Grau: “Haber Vivido sin mis sueños, ha sido no vivir”. ¿Qué haremos entonces? Saltaremos de un brinco de la cama y correremos hacia ningún lugar. No, entonces ya no haremos nada. pero si bien, aquí se habla al principio de aquellos que se sienten perdidos (como yo lo estuve en algún momento), sobre todo "este blog" está dedicado a aquellos que tras haber sido prisioneros 1 (Circe), anestesiados por los placeres de una patética sociedad, despertaron un día de su letargo ignorando envidiosos consejos, revelándose contra la multitud y opiniones, prestando de nuevo oído a sus corazones, y volviendo a escuchar sonoras voces partieron ávidos en su busca; sin mirar atrás, sin medir los muchos riesgos. Unos con mejor o peor suerte que otros; todos exhaustos, agotados tras mucho batallar, más ninguno indiferente. Personas que nadan en soledad y contra corriente y rompiendo la placenta social, sintieron el horizonte de ese otro mundo al que pocos arriban; pues jamás renunciaron a sus sueños ni a sus verdaderas vidas. Son aquellos que no consideran la muerte una desconocida, y a quienes solo puede doblegar la el incierto destino; donde pululan las negras Queres, ávidas siempre de la sangre de los valientes: “cuyo bienestar, ese carácter tan excepcional que se arremolina entorno a su existencia, se debe únicamente a la fatalidad de sus vidas”.

 III

Sin embargo y antes de iniciar, me gustaría contar algo respecto de uno de aquellos, mis primeros viajes, pues reconozco a alguien que de manera casi inconsciente (entonces para mí) me cambió la vida, no viendo entonces (allí) la razón primera de tantas cosas, que iban a acontecer después en mi vida, y que por cierto casi nadie entiende, ni siquiera yo antes lo veía ― pero nada queda oculto y todo es reveladora para quien necesita de sí mismo saber, y no saber por saber― y que, por ejemplo, incita a que me embarque en viajes con desconocidos, o que renuncie poco antes de llegar a lo más alto de las montañas a las que me elevo, dándome la vuelta siempre apenas a unos metros antes de la cumbre (algo que la gente de talante obtuso no puede, ni podrá jamás entender).

Conocí a alguien hace muchísimo tiempo― algo más de 40 años―, un profesor de inglés de la EGB, serio y furioso. Se diría que el más temible, pero del que aprendí no solo lo que nos enseñaba en las clases, sino de él, lo que me mostró de sí mismo, a través de una experiencia que compartimos. Pues con él (como tutor) fui de colonias a Canjean (con 13 años de edad), un pueblo de montaña (en el Valle de Arán). Allí, o más bien durante el trayecto (en el camino) puedo decir que conocí al verdadero Eugenio, durante aquellas horas (al menos 10) que duró el viaje en su coche, donde íbamos el caníbal (Juan), el chiquitillo (Fernando), (Eugenio) el profe y yo. Extraño, pues aunque en el autocar había sitio para todos, por alguna razón a nosotros nos montó en su coche (y se lo agradeceré toda la vida). Luego, y como dijera aquel poeta griego nacido en Alejandría, “Se (podrían) escribir mañana o pasado, los vigorosos versos que aquí tuvieron su comienzo”; pues descubrí que aquel nuestro profesor (en clase) o la idea que teníamos de él, no era sino una imagen de este proyectada hacia los demás y que mantenía alejadas de él a otras personas, que “en apariencia” nada le importaban o prefería que se mantuviesen alejadas.

Supongo, que cuando decidimos montarnos en aquel coche iniciamos (al menos por mi parte) inicié algo más que un viaje, no un viaje a la frontera con Francia, sino uno más allá (incluso de lo existente del otro lado del valle). Pues de Canejan, aquel pueblito de montaña, apenas recuerdo vagamente los piojos y un pollo que matamos pasados unos días, y que no pudimos pelar ni comernos, llenos de plumas y la sangre, recuerdo vago de un lugar hermoso pero que poco más tenía que ofrecer a unos críos. Luego permaneciendo en la memoria y en mi mente no tanto aquellos recuerdos del pueblo (en sí), como los momentos inolvidables durante el mismo viaje (en él camino), cuando aquella sombra solitaria y furiosa se reveló a nosotros como luz radiante, dando lo mejor de sí mismo (como un padre a su hijos) fuimos escuchando y cantando canciones de Serrat, de Víctor Manuel y Aute, mientras reíamos, comíamos y Eugenio nos contaba historias, tantas y tan hermosas que ahora no podría recordar.

Del viaje resultó la aventura no Canejan, sino el viaje "el camino", dándose a conocer aquella verdadera persona que todos los días veía, pero no conocía (sino su sombra): la sombra desarreglada y malhumorada de alguien lleno de vida, pero extrañamente y a la vez: atormentado; diríase que atrapado de su misma profesión. Años después aún lo veía (al menos durante algún tiempo) en los bares donde yo repartía, a menudo anochecido y las más de las veces cabizbajo, en el mismo sitio de la barra con un vaso en la mano, desecho el hielo de quien largamente espera, a la luz de los candiles, siempre a solas y esperando la del alba… Estampas como esta a miles repartidas por el mundo, reflejo de la angustia al constatar un período de vida malgastado sobre la tierra, que no sirvió a propósitos, sino a renuncias. Un tiempo que ya no recuperaremos en la vida, cuando dejas de caminar, solo esperando escuchar de nuevo la voz de aquellas sirenas lejanas que ya no persigues, ahora siempre atrapado en el mismo lugar. "Was man von der Minute ausgeschlagen, Gibt keine Ewigkeit zurück" / "Lo que es rechazado en el momento; Ninguna Eternidad lo devuelve"- Resignation /Schiller. Mas cualquiera alma que renunciase cosa en vida (1) , habrá luego de ajustarse a consecuencias: (2). Y si lo hizo para ser recompensado aquí o en el más allá, no fue más ilustrado que el necio que asiente frente a la afirmación de una sola verdad: engañador engañado, que no supo despojarse de todo cuanto era eventual para entender, aceptando lo verdaderamente eterno, y que habrá por ello de sufrir condena en la eternidad; pues “aquella alma, que en el mundo vuestra ley divina no gozó, ahora pene en el Orco” " (A las parcas/ Hollderlin).  (3). «Ninguna eternidad proveerá lo que no se supo coger en el momento». Y, si bien está aquel que afirma que: “con dolor penetra el pensar del presente un deseo vano del pasado, triste aún: decir he sido"(4), más triste es constatar, afirmando: No he sido Jamás! Dijiste, Me iré a otra tierra, me iré a otro mar (dijiste). Encontraré otra ciudad, mejor que esta. Todos mis esfuerzos son una condena del destino; y mi corazón está –como un cadáver– enterrado. Cómo podría permanecer mi mente en esta tierra baldía. A donde vuelvo los ojos, dondequiera que mire veo las ruinas negras de mi vida aquí, Donde pasé tantos años destruyendo y malgastando." No encontrarás nuevas tierras, no encontrarás otros mares. La ciudad te seguirá. Vagarás por las mismas Calles. Y envejecerás en los mismos barrios; y te volverás gris en las mismas casas. Siempre llegarás a esta ciudad. No esperes otra– No hay un barco para ti, ni hay camino. Así como has destruido tu vida aquí en esta pequeña esquina, la has arruinado en el mundo entero (Cavafis).


1-(al disfrute mundano a causa de la fe, en el caso del poema)
2-"Was man von der Minute ausgeschlagen, Gibt keine Ewigkeit zurück"- Schiller
3- zu den Schnittern / Hölderlin
4- (Leopardi)

Canjean a no ofrecía nada, nunca ofreció nada, era solo un diminuto pueblo (una isla) en medio del Pirineo: tampoco nunca prometió nada, solo el deseo de todos nosotros de ir a Canejan (sin saber siquiera qué era Caneján), pero que nos dio un bello y hermoso viaje, una sabiduría y conocimiento de las personas (aquellas que me acompañaron y otras) que de otra manera nunca hubiera tenido lugar. 

-La Penúltima Montaña
-Regreso a Ítaca (1) / (de lo que no se conoce) es mejor callar 


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