¿Qué son las calderas volcánicas? para aclarar este término utilizaré un texto, sencillo pero completo, apoyándome en los estudios de las calderas canarias, al que sigue otro más técnico y complejo perteneciente al ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS, donde no solo se definen las calderas, sino el origen de su nomenclatura para, finalmente, describir algunas de ellas...
Generalmente, las calderas se originan cuando un volcán aumenta considerablemente su altura respecto a su base, lo que hace que se vuelva con el tiempo más inestable, y finalmente provoca que se desplome: hundiéndose, –como apunte, valga saber, que un gran número de volcanes, con el tiempo, alcanzan una altura crítica que una vez sobrepasada puede provocar, y de hecho termina provocando su derrumbe- como por ejemplo podemos apreciar aquí en España en el caso de Las Cañadas volcán del Teide en Tenerife (islas Canarias, España). Más raro sería la formación de una caldera por explosión freática, como es el caso de la Caldera de Bandama, en la isla también canaria de Gran Canaria, y que se produce cuando el magma asciende y se encuentra en su camino un acuífero, provocando una explosión colosal, al convertir al agua en vapor sometido a una enorme presión. Y por último, para no extenderme demasiado en esta entrada, otro tipo de caldera es aquella producida por el derrame de lava en el cráter hacia el exterior: de la que es un buen ejemplo la Caldera de Taburiente, situada también aquí en España, concretamente en la isla de la Palma, en el mismo archipiélago de las Islas Canarias. Esta última caldera es la que nos sirve como modelo a este tipo de estructuras volcánicas, aunque no resulta tan apropiado porque la caldera propiamente dicha, resultó vaciada en poco tiempo por el derrame de la lava hacia el oeste.
DEFINICIÓN Y TIPOS DE CALDERA
Bien, La palabra "Caldera", es aplicada para designar determinadas formas del relieve volcánico: una caldera volcánica es una gran depresión en el terreno, distinta a un cráter, y causada por diferentes factores, como pueden ser (1) el hundimiento de la cámara magmática de un volcán, o (2) por un deslizamiento. la palabra, ha sido quizá, como se desprende de los escritos de Hans Reck, uno de los términos que más vicisitudes ha sufrido en su empleo y significación, y fué precisamente en las Islas Canarias donde se usó por primera vez para denotar ciertas depresiones naturales del terreno muy abundantes en cualquiera de las islas del Archipiélago, si bien primitivamente se aplicó a dichos accidentes topográficos con independencia de la forma y del tamaño que tuvieran, y desde luego sin parar mientes en la forma y diversidad que las hubieren originado. Son, en efecto, innumerables los ejemplos que de estas calderas se encuentran en la toponimia isleña (canaria), desde la famosa Caldera de Taburiente de la isla de La Palma o la tan conocida Caldera de Bandama de Gran Canaria, de la que me ocuparé con detalle más adelante,con detalle más adelante, hasta otras menos nombradas, Caldera blanca, calderón Hondo, o Calderita Roja de Fuerteventura, o la Caldera del Cuchillo, la de la Vieja, o la de Chozas en Lanzarote, y otras muchas más cuya lista constituirá una larga serie de laboriosa enumeración, sólo en las islas.
De este argot canario tomó hace ya más de un siglo la palabra Caldera el geólogo alemán von Buch, incorporándose por primera vez al vocabulario geológico científico, al emplearla sin traducir, en las descripciones que hizo de la ya mencionada Caldera de Taburiente de la isla de La Palma. Desde von Buch hasta la fecha se ha continuado empleado siempre directamente en su forma española "Caldera" en todos los idiomas actuales, tanto en los de origen latino como en los anglosajones, aunque muchas veces aplicándose indistintamente a muchas formas topográficas negativas del paisaje volcánico más o menos relacionadas con fenómenos de este tipo, lo que ha producido cierto confusionismo acerca de su correcta significación.
Algunos vulcanólogos, como Sandberg, la emplean indistintamente para designar calderas propiamente dichas que para ciertos cráteres cráteres, siendo para ellos solamente el factor tamaño el que decide su clasificación como tal. Otros, siguiendo a Escher, la emplean sólo cuando las paredes interiores de la depresión correspondiente son casi verticales y su diámetro además es relativamente más pequeño
Posteriormente a estos autores citados se definieron sobre este asunto dos tendencias distintas: una que aplicaba el término Caldera sólo a las depresiones originadas por la acción activa de un vulcanismo explosivo, y otra que lo reservaba para las depresiones causadas por fenómenos volcánicos pasivos, llamando caldera únicamente a los hundimientos naturales verificados sin manifestación volcánica externa; es decir, para los primeros sólo existían las "calderas de explosión", y para los segundos, sólo las "calderas de hundimiento".
Según el diccionario geológico de don Pedro de Novo, una caldera es un "Valle redondeado de la forma que indica su nombre y que abunda en los países volcánicos como debido a denudación de un antiguo cráter"; pero tampoco esta definición, como veremos a continuación, conviene con exactitud a todas las formas topográficas del relieve volcánico a los que modernamente se aplica esta denominación.
A lo largo de las numerosas publicaciones y de los más o menos voluminosos textos escritos sobre vulcanología se han propuesto muchas y variadas clasificaciones y definiciones de estos accidentes volcánicos, en los que aparece el nombre de Caldera con muy diversos significados; por todo ello, y para procurar centrar un poco las ideas en lo posible, antes de proceder a la descripción de algunas de las principales calderas de Gran Canaria, creemos oportuno fijar previamente el sentido completo y exacto que vamos a dar en lo sucesivo a esta palabra, teniendo en cuenta para ello las consideraciones. que hace Reck a este respecto. Según este geólogo, las calderas resultan del cambio de forma o de volumen de la cámara subterránea del magma, a diferencia de los cráteres, que son el resultado de la salida de este magma arrojado al exterior; así pues, mientras éstos, dan lugar, por regla general, en su conjunto, a formas positivas del relieve, aquellas producen siempre formas negativas en ei mismo.
Los cráteres, además, corresponden a una fase activa o de crecimiento de la actividad volcánica externa, mientras que las calderas corresponden a un período de decadencia de la misma, aun cuando su formación puede estar eventualmente relacionada con alguna renovación, la mayoría de las veces esporádica, de dicha actividad.
Por otra parte, la estructura externa de una caldera suele ser en principio siempre circular o casi circular, y casi nunca o muy pocas veces su presencia está relacionada con la de algún cuello o chimenea volcánica, al revés de los cráteres, en los que no falta nunca este elemento.
Teniendo en cuenta todas estas circunstancias y los diversos criterios de los geólogos que se han ocupado de estos extremos, se han dado, como ya hemos indicado, muchas clasificaciones para agrupar los diversos tipos de calderas que se han ido localizando a lo largo de las diversas zonas volcánicas de nuestro planeta, incluyendo a menudo en muchas de ellas ciertas formas negativas del relieve que no son propiamente tales calderas. Hay clasificaciones hechas por Dely. Reck, Tanakadate, Van Bemmelen, Walker, Williams, etc., etc., de todas las cuales es la del citado en último lugar la que nos parece más completa y a ella nos referiremos a continuación en el desarrollo del presente trabajo, al ir clasificando las calderas que en el mismo vamos a describir.
Según Hmell Williams (Calderas and their Origin. University of California), "se llaman calderas a ,las grandes depresiones volcánicas de forma más o menos circular o en herradura, producidas por hundimiento, independientemente de la inclinación que tengan las paredes y de la forma del fondo, y cuyo diámetro es en todo caso mucho mayor que el de la chimenea o chimeneas que eventualmente pueden contener en su interior", pudiéndose agrupar de acuerdo con la siguiente clasificación:
1.-Calderas de explosión.
11.-Calderas de hundimiento.
111.-Calderas de erosión.
1V.-Fosas tectónico-volcánicas.
V.-Grietas o fisuras volcánicase
VI.-Grandes depresiones tectónico-volcánicas.
Siguiendo al mismo autor, las calderas de explosión (grupo 1) son por lo general relativamente pequeñas, pueden presentarse aisladas (tipo Bandai-san, Japón) o agrupadas (tipo Tarawera, Nueva Blanda) y se originan por el hundimiento provocado por las grandes explosiones ocurridas a la salida de los embudos volcánicos, al producirse con este régimen explosivo un rápido vaciado de la cámara de magma. Este tipo de caldera suele ser poco
frecuente.
Las calderas de hundimiento (grupo 11) se producen por la retirada .del soporte magmático a una mayor profundidad o también ocasionalmente por la disolución interna de la parte inferior de las chimeneas volcánicas. Dentro de este grupo el mismo autor establece varios tipos, resultantes del distinto proceso de retirada, o disminución del volumen magmático, tales como el tipo Krakatoa, tipo Slauea, tipo Katmai, etc...
Las calderas de erosión (grupo 111) se desarrollan a partir de cualquiera de los otros dos tipos anteriores, que por efecto de la erosión llegan a transformarse en enormes anfiteatros naturales (Caldera de Papenoo, Tahiti).
Las fosas volcánicas (grupo IV) son depresiones irregulares del terreno, con paredes más o menos verticales, originadas por movimientos corticales de origen volcánico (Haleakala, Somma ... ) .
LAS CALDERAS DE GRAN CANARIA
Las grietas volcánicas (grupo V) son depresiones alargadas que aparecen en la superficie del terreno, debidas principalmente a movimientos de componente horizontal (Tengger) .
Finalmente, las grandes depresiones volcánico-tectónicas (grupo VI) son extensas zonas de subsidencia producidas por un complejo sistema de grietas y fisuras corticales que interesan una gran superficie y que suelen desarrollarse a partir de un punto o foco central (Barisan Rif t, Sumatra).
Los dos primeros tipos producen depresiones cerradas de forma más o menos circular o elíptica, mientras que los del tercer grupo suelen tener casi siempre forma de herradura, presentando por su parte superior una cuenca de recepción ensanchada y prácticamente cerruda en todo su perímetro, menos por el estrechamiento final de los brazos de la herradura, por cuya abertura circulan las aguas que arrastran consigo los productos y detritus que erosionan las paredes de la caldera, evacuándose del interior de la misma, y desarrollándose entonces un proceso erosivo que paulatinamente va agrandando, y a menudo deformando, la primitiva depresión de origen volcánico.
CALDERAS CANARIAS TIPO. LAS CAÑADAS Y TABURIENTE.
Existen en el Archipiélago Canario calderas de todos los tipos, y algunas de ellas, como la del Gran Circo de las Cañadas en la isla de Tenerife y la de Taburiente en la de La Palma, universalmente conocidas, siempre han llamado la atención tanto por su interés científico como por las espectaculares dimensiones e incluso por la imponente belleza de su paisaje, y han sido descritas y estudiadas con todo detalle y en diversas épocas por varios autores de diferentes nacionalidades y procedencias.
Con el único fin de poner al alcance de lector un término de comparación a que referir las que vamos a describir de la isla de Gran Canaria, hacemos a continuación una rápida y somera referencia a estas dos que acabamos de citar, aunque estén emplazadas en otras Islas.
LAS CAÑADAS
El Circo de Las Cañadas es una gran caldera de hundimiento, de forma elíptica cuyos ejes principales miden aproximadamente unos 16 y 12 Km. respectivamente, lo que da una superíicie del orden de los 125 Km. cuadrados y un perímetro de unos 36 Km, Ocupa gran parte de la zona central de Tenerife; sus bordes exteriores están a una altura media de unos 2.300 m. sobre el nivel del mar; el punto más bajo de su interior está aproximadamente a la cota 2.000 y el hundimiento que la originó es estimado por algunos autores (Hausen: Contribution to the Geology of Tenerife) de unos 1.000 a 1.500 m., pudiéndose calcular el total de la masa hundida en unos 375.000.000.000 de toneladas.
Antes de la formación de esta caldera existió encima de ella un imponente cono volcánico que podríamos llamar el Pre-Teide que, a juzgar por la inclinación actual de sus antiguas laderas formadas por los productos que arrojó por su cráter primitivo, debió alcanzar una altura de unos 4.500 a 5.000 m. sobre el nivel del mar (fig. 1).
Las lavas del Pre-Teide formaban, pues, un imponente cono de materiales fonoliticos, surcado radialmente por una serie de barrancos que erosionaron profundamente sus empinadas laderas, encajándose en ellas, y que arrastraron hacia el mar una buena parte de los materiales arrojados durante los anteriores períodos de actividad volcánica. Aquí, como en el resto de las Islas, en las abundantes discordancias que se presentan en los depósitos de los materiales piroclásticos y en las diversas corrientes lávicas, quedan patentes las huellas de esta lucha continua entre la erosión que iba rebajando las siluetas isleñas y la actividad volcánica que volvía una vez más a rellenar los barrancos y a elevar más y más su relieve con nuevas aportaciones.
En uno de estos períodos de intensa actividad volcánica, durante el cual fueron arrojados al exterior por el Pre-Teide enormes cantidades de lavas, cenizas y barros volcánicos, se produciría sin duda un rápido vaciado de la cámara de magma, cuya bóveda superior, incapaz de soportar el peso de todo el aparato volcánico externo, que, como hemos dicho, alcanzaría probablemente los 5.000 m. de altura sobre el nivel del. mar, se vino abajo, produciéndose el gran hundimiento que dió lugar a la caldera, o Circo, de Las Cañadas.
Después de este hundimiento posiblemente se formó en el interior de la misma un gran lago que reemplazó a la cúspide de la Isla, cuyo relieve quedó reducido próximamente a la mitad del que había llegado a alcanzar. Más tarde volvieron a entrar en acción las fuerzas endógenas del vulcanismo y en su interior aparecieron otros volcanes cuyas bocas continuaron arrojando nuevos materiales que en erupciones sucesivas rellenaron en gran parte el fondo primitivo de la caldera y formaron además en su interior nuevos conos volcánicos, como el Pico Viejo y el Teide principalmente, que han llegado a alcanzar los 3.010 y 3.718 m. de altura respectivamente, con una masa total de unos 130.000.000.000 de toneladas, que viene a ser algo más de 1/3 de lo que debió hundirse al formarse la caldera.
El Circo de Las Cañadas es, pues, una gran caldera de hundimiento que, por sus mismas grandes dimensiones, englobó en su interior la chimenea del volcán primitivo, por lo que, al reanudarse la actividad volcánica por los mismos caminos antiguos, han vuelto a salir por el mismo sitio los materiales que han dado lugar a la formación de los jóvenes conos que existen hoy en su interior. En la figura 1 presentamos gráficamente el resultado y estado actual de todo este proceso.
Taburiente.
La caldera de Taburiente de la isla de La Palma es una de las depresiones volcánicas mayores del mundo ; tiene la forma clásica de herradura, saliendo sus brazos tangentes a una circunferencia de unos 7 Km. de diámetro, y la mayor dimensión desde el borde inferior de esta circunferencia hasta el extremo de los brazos, casi hasta la línea de la costa, es de unos 15 Km. Entre estos brazos, por una profunda hendidura, discurre el llamado Barranco de las Angustias, por el que circulan las aguas de los diversos manantiales y arroyos que nacen en el interior de la caldera.
El centro de la parte circular se encuentra a unos 900 m. sobre el nivel del mar y está rodeado por una serie de picos, tales como el de Las Moradas, de 2.028 m.; la Cumbre de los Andenes, con alturas de 2.428 y 2.366 m.; el Pico de la Cruz, de 2.351 m.; el Pico de la Nieve, que sobrepasa los 2.000 m., y el Pico Bajanas, en la Cumbrecita, de 1.893 m. Sus acantiladas paredes presentan, por tanto, un brusco escarpado de casi los 1.500 m. de altura, en el que ha quedado al descubierto toda la geología del núcleo de la Isla, formado por antiquísimas rocas muy alteradas de la familia de las diabasas, cubierto por otras capas de lavas basálticas (traquiadoleritas), sobre las que se apoyan sucesivas coladas de materiales más modernos , y por tanto más frescos, a pesar de lo cual se han ido asimismo desmoronando al faltarles el apoyo de las rocas subyacentes, más deleznables por su avanzado estado de alteración; y, conjuntamente, ampliándose cada vez más el perímetro de la depresión, han sido arrastrados hacia el mar por la constante acción de ias aguas que por la misma pendiente de tan abruptos acantilados descienden con agresiva velocidad.
La Caldera de Taburiente es un clásico ejemplo de caldera de erosión, desarrollada posiblemente a partir de una primitiva caldera de explosión de dimensiones mucho más reducidas. La masa hundida al formarse la caldera pudo ser del orden de los 1.500.000.000 de toneladas. En opinión de los modernos vulcanólogos, las calderas de explosión propiamente dichas raramente producen depresiones de más de 2 ó 3 Km. de diámetro; por otra parte, resulta evidente que la forma y dimensiones actuales de esta caldera han sido alcanzadas gracias a la intensa acción erosiva de las aguas que por el citado Barranco de las Angustias se han llevado hacia el mar una masa de rocas convertidas en escombros que estimamos puede haber sido del orden de 98.500.000.000 de toneladas.
Basta contemplar un mapa en relieve o con las curvas de nivel dibujadas de la isla de La Palma (fig. 2) para darse cuenta de las dimensiones alcanzadas por esta caldera, que constituye un fabuloso abismo abierto en el mismo centro de la Isla.
CALDERAS DE GRAN CANARIA
Caldera de Bandama.
La Caldera de Bandama está situada a pocos kilómetros al Sur de Las Palmas y es seguramente uno de los parajes más visitados y admirados de esta hermosa Isla que tan numerosos puntos de interés tiene para mostrar, lo mismo al inquieto investigador científico
que al simple turista curioso.
La forma de su borde superior (fig. 3) es ligeramente elíptica, con un eje mayor de 1.040 m. de longitud por 863 m. para su conjugado, medidos a la cota 380 m. sobre el nivel del mar, que es la que cierra perfectamente su borde superior y que tiene casi 3 Km. de perímetro. Por encima de esta cota quedan otras elevaciones discontinuas que alcanzan los 420 m. por el N. E. y los 450 m. por el S. E. EZ fondo de la caldera está a unos 200 m. sobre el nivel del mar, con lo que el mayor desnivel que presenta es del orden de los 250 m. La masa hundida puede estimarse aproximadamente en unos 830.000.000 de toneladas, que representan poco más de unas 2 milésimas del hundimiento que se produjo en el Circo de las Cañadas.
El fondo de la caldera, relativamente llano, está hoy dia ocupado por tierras de labor y tiene un diámetro variable que oscila entre los 200 y los 300 m. En dirección N. O., adosada a sus paredes, se encuentra la montaña de Bandama (2) (en las figuras 3 y 4), que es un cono casi
perfecto de escorias basálticas que llega hasta los 565 m. de altura, en cuya vertiente también N. 0. está la hendidura (3) formada por la boca del cráter del que salió en tiempos geológicos relativamente modernos todo el material basáltico que cubre la parte N. y N. E.
de esta zona de subsuelo fonolitico que asoma más al N. E. (4).
Por el O. de la caldera se extiende el llano de la Atalaya (5),que aunque está cubierto en parte por el lápilli arrojado por el volcán de la montaña de Bandama, su subsuelo está también formado por una base rocosa de la familia de los fonolitas.
Por el Sur el borde de la caldera desciende con rápida pendiente (6) hasta el Barranco de las Goteras; y por el E., aunque con pendientes más suaves, el relieve sigue también descendiendo, formando la Hoya de Mondalón.
Las paredes de la caldera están formadas por rocas sálicas porfiricas y fonoliticas
Ha sido, y es todavía, muy discutido el origen y la edad relativa de esta caldera. En un principio el geólogo alemán Leopold von Buch la consideró como un cráter de explosión, opinión que aún hoy día comparten otros geólogos que la han visitado y estudiado.
El profesor Hans Hausen, de Helsinki, atribuye su origen a una serie de grandes y repentinas explosiones ocurridas a gran profundidad y supone que su formación es anterior a la aparición del cono volcánico adyacente que lleva el mismo nombre de la montaña. Sin embargo, en nuestra opinión, esta caldera se formó por el hundimiento de la bóveda de la cámara de magma vaciada antes lateralmente a través del volcán citado que quedó adosado a la misma. Si la caldera hubiera sido anterior al volcán, posiblemente se hubiera rellenado casi por completo con los materiales arrojados por este; la relativa poca cantidad que de los mismos se encuentran actualmente en su fondo proceden simplemente de la capa superficial extendida sobre el primitivo suelo y del que los elementos erosivos (agua y viento) han ido arrancando principalmente de la ladera S. E. del cono, depositandolos en su interior, formando allí una capa de terreno suelto y poroso que absorbe rápidamente el agua de lluvia, pero manteniendo en el subsuelo un grado de humedad que resulta muy apropiado para el desarrollo de los cultivos que se dan en las fincas allí establecidas.
Esquemáticamente vamos a resumir el proceso de la formación de esta caldera que, como veremos a continuación, es un caso muy frecuente en varias de las calderas de Gran Canaria. En el caso general de la formación de las calderas de hundimiento, presentado por H. Williams en la obra antes citada, el hundimiento que produce la caldera coincide exactamente con la propia boca de salida del magma, aunque interesando una zona de mucho mayor diámetro. Tal es el caso de la Gran Caldera del Circo de las Cañadas, cuyas tres etapas de formación presentamos en la figura 5; pero cuando el volcán o volcanes primitivos efectúa su salida a través de chimeneas que arrancan lateral y oblicuamente de la parte media de la cámara de magma (fig. 6), resulta entonces que al producirse el hundimiento de la bóveda de dicha cámara aparece la caldera sin ninguna manifestación volcánica activa en su interior, pero sí quedando rodeada de volcanes a su alrededor.
En el caso de Bandama, aunque existe únicamente un solo volcán de chimenea oblicua con relación a la vertical de la cámara de magma, esta caldera resulta ser un caso típico de "caldera de hundimiento", con volcán lateral, siendo por tanto su formación posterior a la aparición de dicho volcán.
Evidentemente, al producirse el hundimiento que originó la a aparición de la caldera, toda la zona de alrededor sufrió los efectos sísmicos que acompañan la aparición de estos fenómenos, produciéndose fracturas y grietas en las corrientes basálticas enfriadas, que en esta zona habían sido ya depositadas anteriormente, extremo que hemos podido comprobar al examinar recientes excavaciones hechas no lejos de la caldera, encontrando capas diversas de otras tantas corrientes de lava basálticas procedentes del volcán de Bandama en las que aparecen una serie de grietas y dislocaciones multidireccionales que no pueden atribuirse a fenómenos de retracción por enfriamientos rápidos, sino que se presentan como los efectos de violentas roturas con desplazamientos a veces relativamente importantes que han quedado fijados luego con el relleno posterior formado por depósitos calizos de origen a
hidráulico, como los que se pueden apreciar en las muestras de basalto de la figura 7, procedentes de una de ellas.
En la figura 8 puede verse el aspecto general de la caldera desde la carretera que en espiral asciende hasta el pico de Bandama, en el que, dicho sea de paso, desde un acogedor refugio construído muy acertadamente en su mismo vértice, se puede disfrutar de la agradable vista que ofrece el ubérrimo sector N. E. de Gran Canaria, con el Puerto de La Luz al fondo, cuyo continuo movimiento da una perfecta idea de ia vitalidad de esta hermosa Isla
Caldera de bs Marteles.
La Caldera de los Marteles es de dimensiones algo más reducidas que la de Bandama y está situada muy cerca del centro de la Isla, en el límite Norte del cuarto cuadrante de la misma, o sea eldel S. E., por encima del primer tramo del Barranco de Guayadeque, que nace al pie del Pozo de las Nieves (1.900 m.), al Sur de los Altos de los Bizcochos (1.850 m.).
Es de forma cerrada y elíptica, y a la cota 1.525 m., que es la más alta de su línea perimetral continua, de 2,5 Km. de longitud, los ejes principales de esta elipse miden 660 m. y 480 m. respectivamente, formando su eje mayor un ángulo de 115 grados 30 minutos Este, con la dirección N. S. El fondo de la caldera está a la cota 1.430 m., por lo que el hundimiento ocurrido debió ser superior a los 100 m. con relación al nivel medio del terreno natural de su borde; dicho fondo es también elíptico, con dimensiones mucho más reducidas, del orden de los 180 y 100 m. de longitud para sus respectivos ejes, sensiblemente paralelos a los del borde superior, presentando por tanto bastante acentuadamente la forma de un embudo.
Aproximadamente la masa hundida puede estimarse del orden de ios 110.000.000 toneladas; como se ve, un poco más de la octava parte de lo que calculamos para la Caldera de Bandama. El subsuelo de toda esta zona está formado por rocas sálicas pertenecientes especialmente a la familia de las fonolitas, que asoman más al N. en el pico de la Cruz Santa (1.780 m.) y por las vertientes del Barranco de La Coruña; pero a todo su alrededor existen una serie bastante numerosa de volcanes basálticos cuyas lavas y cenizas han cubierto gran parte de estas formaciones anteriores de tipo ácido. Al N. O. de la ladera (l), siguiendo las indicaciones señaladas en las figuras 9 y 10, está el Morro de la Caldera (2), que alcanza los 1.635 m. sobre el nivel del mar y que es un volcán basáltico cuyas lavas bajan principalmente hacia el Sur-Este contorneando exteriormente el borde de la caldera, quedando en parte adosadas a la vertiente que forma la margen izquierda del citado Barranco de Guayadeque. Más al Oeste está la Calderilla (5) y los altos de los Bizcochos (6), que son a su vez otros cráteres relativamente modernos que alcanzan alturas de 1.750 a 1.825 m., respectivamente, y cuyas corrientes de lava basáltica descienden también con dirección Sur-Este hacia el cauce del mismo barranco (7)) que las ha atravesado en su parte final, quedando restos de las mismas adosadas a ambas márgenes del barranco. Por la zona Sur-Este está el Morro Garañón, formado asimismo por otro cono volcánico (9) de escorias basálticas que se extienden hacia el Sur formando la parte superior de la margen izquierda del mismo Guayadeque más aguas abajo.
No obstante estar la caldera rodeada, como vemos, de volcanes basálticos, en sus paredes, especialmente las de la zona N. O., o sea la que queda formando la parte inferior de la falda del Morro de la Caldera, han quedado al exterior, como consecuencia del hundimiento producido, las formaciones rocosas del subsuelo del terreno primitivo, apareciendo éste formado por capas alternadas de fonolitas verdosas y azuladas y traquitas más claras y de tonos grises.
El suelo del fondo de la caldera está formado por material de relleno, en avanzado estado de alteración y sumamente poroso en su conjunto, procedente de los lápillis y cenizas de los volcanes contiguos que la rodean y de los que se han ido acumulando por los arrastres del Barranco de la Madre del Agua (4) que afluye a su interior, y que se perdía en el fondo de la caldera antes de construirse, más aguas arriba, al pie del Morro de la Caldera, un pequeño
embalse (3) que actualmente recoge y regula estas aguas que se aprovechan para el riego de varias fincas.
La Caldera de los Marteles es, pues, como acabamos de ver, otro caso típico de caldera de hundimiento con varios volcanes laterales externos, posiblemente alimentados todos por una misma cámara de magma central, cuyo vaciado ha dado lugar al hundimiento que originó esta caldera.
Caldera de Tirajana.
La Caldera de Tirajana, en la cabecera del barranco del mismo nombre, es, como vamos a ver, una gran caldera de erosión que forma una profunda depresión radial prácticamente en la bisectriz del cuadrante Sur-Este de la Isla.
Su contorno (figs. 11 y 12) presenta groseramente forma de herradura y constituye la mayor parte de la cuenca del imponente Barranco de Tirajana, que da su nombre a la caldera. La mayor longitud de la parte en herradura propiamente dicha es de 4.700 m.; el diámetro del círculo inscrito en la zona superior de la misma, o sea en su extremo de aguas arriba, es de unos 2.500 metros, y el estrechamiento en la parte final de sus brazos, aproximadamente a la cota 800 sobre el nivel del mar, es de unos 1.500 metros. El perímetro indicado en las figuras 11 y 12 tiene unos 14 Km. de longitud.
sus paredes superiores forman altísimos escarpes infranqueables, que descienden bruscamente de ios 1.200 m. de altura en el costado septentrional a los 520 m., que es la cota del centro del hoyo, presentando por tanto un salto brusco del orden de los 700 metros de desnivel.
El eje de simetría de la herradura separa dos formaciones geológicas esencialmente distintas por su diversa naturaleza. La banda S. está formada por fonolitas azuladas, en corte fresco, mientras que la zona N. es eminentemente basáltica, de tonos oscuros, salvo en la zona de cabecera, cuyos escarpes se ven constituidos por conglomerados volcánicos brechoides de color pardo que empastan trozos de rocas más claras de color gris claro, posiblemente andesitas o quizá fonolitas muy alteradas. El fondo de esta enorme hendídura y sus bordes están rellenados con grandes masas de terreno de corrimiento, sumamente fracturadas debido a los sucesivos movimientos de deslizamiento y acoplamiento que van sufriendo en busca de posiciones más estables.
La naturaleza de estas masas, más o menos terrosas, revela allí su procedencia como desprerillidas de la banda N, en bloques parcialmente adosados unos a otros como las tejas de una cubierta, produciendo los cantos superiores de estos bloques una serie de escalones o mesetas longitudinales con ligera contrapendiente con relación a la inclinación general de la ladera.
No existe, desde luego, en su interior, indicio ni rastro alguno de ningún aparato volcánico, y solamente por la zona donde se cierran los brazos de la herradura descienden de fuera hacia dentro potentes masas basálticas que llegaron a cerrar por completo su abertura y a través de las cuales el barranco ha tenido que abrir nuevo cauce, partiéndolas transversalmente, habiendo quedado en su interior enhiestos dos altos testigos conocidos con los nombres de "Fortaleza grande" y "Fortaleza chica", que demuestran la importancia y potencia que llegaron a alcanzar estas corrientes de lava.
El origen de esta caldera de erosión ha sido muy discutido, y también bastante confuso hasta nuestros días. Hace más de un siglo von Buch creyó ver en ella un ejemplo típico de su famosa teoría de los "Cráteres de levantamiento". Más adelante, desechado este origen, tras las observaciones de Fouqué en Santorín y los de Lyell en el Etna, se consideró como un cráter de explosión, aunque luego se ha comprobado que no existe en sus alrededores ningún producto de origen explosivo que pudiera confirmar esta nueva calificación, lo que hizo llevar el escepticismo hasta llegar a negar su origen volcánico y considerarla sólo y exclusivamente como una mera forma de erosión mecánica.
En nuestros días, y antes de la aparición de la clasificación de las calderas de Williams, nuestro buen amigo don Simón Benitez, conocido especialista en el vulcanismo canario, después de múltiples observaciones y detenidos estudios, llegó a la conclusión, que compartimos, de que se trataba de un gran hundimiento producido por el rápido vaciado de la cámara de magma correspondiente a la serie de volcanes exteriores a la depresión, aunque próximos a ella, situados especialmente por la banda N.
Del estudio morfológico del estado actual de la caldera puede deducirse que el primitivo hundimiento interesaría quizá solamente una zona más o menos circular de 1 a 2 Km. de diámetro, pero con una profundidad bastante mayor que la que tiene el actual fondo de la caldera. Este primitivo hundimiento arrastraría parte de los terrenos contiguos, y otros adosados más a la ladera quedaron en equilibrio inestable y continuaron deslizándose, rellenando el fondo y agrandando el perímetro progresivamente, aunque siguiendo un proceso de gran lentitud, que sigue aún manifestándose continuamente con pequeños movimientos sísmicos casi imperceptibles, aunque a veces (bajo la acción de las aguas especialmente en épocas de gran pluviosidad, por los efectos lubrificantes de las mismas por un lado y por la socavación que el propio barranco produce en el borde del primero de esta serie de bloques adosados) se produce un mayor desequilibrio que se traduce en movimientos y deslizamientos de mucha más envergadura y velocidad, llegando en ocasiones a tener catastrófica importancia, arruinando toda cLase de edificaciones, como ocurrió, por ejemplo, en 1956, en que, además de quedar arruinadas casi todas las casas de un barrio de Santa Lucía de Tirajana, desaparecieron por completo todas las fincas en una extensa zona, junto con varios kilómetros de carretera, de cuyo trazado no quedó el más pequeño rastro.
Es muy difícil en este caso estimar, ni siquiera aproximadamente, el volumen hundido primitivamente y el que las aguas han erosionado y arrastrado luego ; con todas las reservas posibles pudiera hablarse quizá, para tener una idea, de unos 12.000.000.000 de toneladas para el hundimiento originario y de otros 33.000.000.000 de toneladas métricas denudadas y arrastradas al Atlántico por el barranco. Aproximadamente resulta ser del orden de casi 1/2 de lo que hemos calculado para la Caldera de Taburiente de la isla de La Palma.
Lo mismo que en aquélla, por sus grandes dimensiones, no se puede abarcar fotográficamente su conjunto, por lo que sustituímos su vista general por la de la figura 12, tomada de un mapa en relieve que se encuentra en el Museo Canario de. las Palmas.
Caldera de Temisa
La Caldera de Temisa está en la misma zona del cuadrante S E de la Isla, englobando en su interior al pueblecito que le da el nombre. Se trata de otra caldera de erosión, desarrollada a partir de un hundimiento primitivo de análogo origen a la anterior, aunque de dimensiones mucho más reducidas.
Su contorno tiene también forma de herradura (fig. 13), con un diámetro máximo inscrito en la zona de cabecera de 1.500 m., y con una longitud hasta el extremo de sus brazos algo mayor de los 2 Km. El perímetro total señalado en la misma figura tiene una longitud de unos 5,6 Km. Está situada a media ladera, siguiendo su borde superior la pendiente general del terreno, rodeada en su banda N. por alturas de 600 a 1.000 m., y de 650 a 800 m. en la banda S. ; su fondo está sólo a los 500 m., por lo que en la cabecera el hundimiento apreciado es del orden de los 400 m. Las formaciones rocosas de su interior pertenecen a las erupciones fonoliticas de toda la zona, y está rodeada exteriormente por corrientes basálticas procedentes de volcanes más modernos que están a su alrededor, especialmente por la parte N. Con las letras (p y p señalamos en la figura 13 las zonas en las que se encuentran exteriormente las fonolitas y los basaltos, respectivamente.
En las vistas panorámicas de las figuras 14 y 15 se aprecian las corridas de basalto bordeando toda la parte superior N. E. de la caldera, mientras que en el fondo las formaciones fonolíticas presentan una configuración topográfica distinta, resultado de Ia erosión diferencial producida durante la segunda fase de la formación de la caldera.
Se trata de otro caso de hundimiento de techo de una cámara de magma, común a varios volcanes de chimenea oblicua. Al exterior este hundimiento se produjo en un terreno con pendiente hacia el E., lo que favoreció la creación del Barranco de Temisa, que ha sido el que ha continuado luego la fase erosiva en la formación definitiva de esta caldera de erosión.
El hundimiento primitivo lo estimamos del orden de los 600 millones de toneladas, y la parte erosionada en otros 1.500 millones de toneladas y la parte erosionada en otros 1.500 millones de toneladas.
Para terminar damos en los siguientes cuadros las cifras aproximada en que estimamos la importancia de los hundimientos y erosiones que han dado lugar a estas calderas, así como las dimensiones de sus principales elementos
Caldera Craterica de Boquerón - Volcán de San Salvador - El Salvador
Lago, caldera de Ilopango (San Salvador, El Salvador)
Lago, caldera de Coatepeque (El Salvador)
Caldera de Masaya - con un área de 54 km² albergando el volcán y la laguna cratérica.
Lago, caldera de Atitlán (Guatemala)Caldera de Bandama, Gran Canaria, islas Canarias (España)
Caldera de Las Cañadas, Tenerife, islas Canarias (España)
Caldera de Taburiente, La Palma, islas Canarias (España)
Caldera de Tejeda, Gran Canaria, islas Canarias (España)
Caldera de los Campos Flégreos, Campania, )Italia).
Calderas notables
En Europa
Caldera de Bandama, Gran Canaria, islas Canarias (España)
Caldera de Las Cañadas, Tenerife, islas Canarias (España)
Caldera de Taburiente, La Palma, islas Canarias (España)
Caldera de Tejeda, Gran Canaria, islas Canarias (España)
Caldera de los Campos Flégreos, Campania, )Italia).
En África
Chã das Caldeiras, Cabo Verde
Monte Elgon, Uganda y Kenia
Volcán Nyragongo, Tanzania
Caldera de Luba, Bioko, Guinea Ecuatorial
En América del Norte
Yellowstone en Wyoming, Montana, Idaho, Estados Unidos
Caldera de La Garita, es una gran caldera volcánica situada en las montañas de San Juan, cerca de Creede (suroeste de Colorado, Estados Unidos)
Caldera Aniakchak, en Alaska, Estados Unidos
Lago del Cráter en Oregón, Estados Unidos
Chichonal, en Chiapas, México
Sierra Primavera, en Zapopan, Jalisco, México
En América del Sur
Ecuador
Cotopaxi
Pululahua
Cuicocha
Quilotoa
El Altar
Caldera de Chacana
Caldera de Chalupas
Islas Galápagos, con una amplia variedad de calderas volcánicas:
Isla Fernandina: Volcán La Cumbre
Isla Isabela: Calderas más importantes: Ecuador, Wolf, Darwin y Alcedo.
Colombia
Volcán Machín, próximo a Cajamarca, Tolima
Volcán El Escondido, Caldas
Argentina
Cerro Galán
Caldera de Caviahue
Caldera de Pino Hachado
Robledo
Caldera Diamante (Argentina-Chile)
Chile
Caldera La Pacana
Laguna del Maule
Caldera Diamante (Chile-Argentina)
Volcán Sollipulli
Cordillera Nevada
Rano Kau, Isla De Pascua.
Volcán Chaitén
Volcán Hudson
Volcán Quetrupillan
Volcán Puyehue
Calabozos (volcán)
En América Central
Caldera Guayabo (Guanacaste, Costa Rica)
Volcán Masaya (Masaya, Nicaragua)
Lago de Ilopango (San Salvador, El Salvador)
Lago de Coatepeque (Santa Ana, El Salvador)
Caldera Amatitlán (Guatemala, Guatemala)
Caldera de Atitlán (Sololá, Guatemala)
Lago de Ayarza (Santa Rosa, Guatemala)
Caldera de Barahona (Sacatepéquez, Guatemala)
Caldera del valle de Antón (Coclé, Panamá).
En Asia
Filipinas
Pinatubo (Luzón)
Taal (Luzón)
Indonesia
Krakatoa, (Estrecho de Sunda)
Tambora (Sumbawa)
Lago Toba (Sumatra)
Japón:
Caldera Aira (Kagoshima)
Monte Aso (Kumamoto)
Lago Towada (Aomori)
Tazawa (Akita)
Volcán Kikai (Kagoshima)
Lago Ashi (Kanagawa)
Otros países
Monte Halla, (Korea del Sur)
Caldera Tao-Rusyr (Onekotan, Rusia)
En Oceanía
Lago Taupo, Nueva Zelanda (Isla del Norte)
Rano Kau, Isla de Pascua
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