La Caldera de Tejeda / Gran canaria / Islas canarias (Spain)

SUBIENDO VOLCANES / Canarias   

Panorámica (Julio López Saguar)

Antes de comenzar creo interesante hacer un apunte en relación a la palabra "Caldera", cuando es aplicada para designar determinadas formas del relieve volcánico, pues ha sido quizá, como se desprende de los escritos de Hans Reck, uno de los términos que más vicisitudes ha sufrido en su empleo y significación; pero fué precisamente en las Islas Canarias donde se usó por primera vez esta palabra para denotar ciertas depresiones naturales del terreno muy abundantes en cualquiera de las islas del Archipiélago, si bien primitivamente se aplicó a dichos accidentes topográficos con independencia de la forma y del tamaño que tuvieran, y desde luego sin parar mientes en la forma y diversidad que las hubieren originado. Son innumerables los ejemplos que de estas calderas se encuentran en la toponimia isleña, desde la famosa Caldera de Taburiente de la isla de La Palma o la tan conocida Caldera de Bandama etc... Pero, si quieres saber más sobre las calderas volcánicas sigue este enlace ((Calderas Volcánicas)).

Es notorio y conocido que con el topónimo de Tejeda se conoce en Gran canaria al segundo municipio más alto de la isla, superado sólo por el de Artenara, y compartiendo ambos las cumbres centrales de la isla. Aunque, quizás lo que no es perceptible a ojos no habituados, es que gran parte del territorio está ocupado por una gran caldera volcánica que en el mundo de la geología responde al mismo topónimo de Tejeda y que se sitúa en el interior y centro topográfico de la isla.

En palabras de los geólogos, estos dicen que la caldera se formó en dos ciclos de millones de años, iniciándose con la emisión de materiales muy fluidos (basálticos) que dieron lugar al estadio de crecimiento en escudo o al estratovolcán Roque Nublo – del que nos queda alguna reminiscencias-, pero que antes fue un enorme volcán cónico y de gran altura, compuesto por múltiples capas de lava que fluyendo desde su interior, se enfriaban y endurecían antes de que puedan llegar muy lejos.

Precisamente por la rapidez de esta emisión de material basáltico (recordemos el volcán de la palma, aunque en este caso de mayor tamaño) se produjo un vaciado brusco de la cámara magmática, que llevo al antiguo estratovolcán en escudo a hundirse sobre si mismo, dando lugar a esta Caldera, con episodios volcánicos de erupciones muy violentas. Después, en un periodo de calma de más de tres millones de años, la erosión producida por el agua modeló el relieve, originando la formación de barrancos de distribución radial. Por último, dos millones de años después de la calma eruptiva, se reactivó la actividad volcánica, dándose erupciones de carácter estromboliano —diferentes erupciones explosivas, separadas por algunos periodos de calma variables— con productos piroclásticos (bombas, lapilli y ceniza) altamente explosivo que, en su destrucción, producen avalanchas volcánicas dirigidas hacia el sur y suroeste dando forma a la ladera actual y de la isla.

Cabe recalcar que existen tres aspectos singulares que se presentan en la caldera de Tejeda y que son únicos en el mundo, al darse en una isla oceánica: la estructura calderiforme, las formaciones sálicas que rellenan la caldera son las más volumétricas y la estructura del cone-sheet ((complejo de diques cónicos (cone-sheet) de Tejeda que es el mejor expuesto en una isla oceánica)), y cuyo interés científico radica en lo completo que se presenta, siendo el único de esa magnitud que existe en una isla oceánica. Además, es interesantes la alteración hidrotermal asociada a una parte del borde tectónico de la caldera, las tobas alteradas presentan un color azulado verdoso similares a los azulejos de la caldera de Ucanca en las Cañadas del Teide, así como las fallas circulares y radiales extra caldera están bien expuestas.

Pero, si queremos una explicación más cautivadora y bella que la venida del estudio Geológico, podemos encontrar una mirada o visión “estética” del lugar, cuando recordamos la inolvidable descripción que hizo Don Miguel de Unamuno en 1909 cuando al ver semejante complejidad, la que definió como “una tempestad petrificada”:
 

«… El espectáculo es imponente. Todas aquellas negras murallas de la gran caldera, con sus crestas, que parecen almenadas, con sus roques enhiestos, ofrecen el espectáculo de una visión dantesca. No otra cosa pueden ser las calderas del Infierno, que visitó florentino. Es una tremenda conmoción de las entrañas de la tierra, parece una tempestad petrificada, pero una tempestad de fuego, de lava, más que de agua…».


Descripción. Localizada en el centro de la Isla de Gran Canaria y con orientación Este-Oeste, la cuenca hidrográfica que forma la “Caldera de Tejeda” se encuentra rodeada de importantes escarpes y macizos montañosos, conformando también la red de barrancos más compleja del Archipiélago Canario. Pero este paisaje no ha sido siempre igual, pasando por varias fases. La primera fase de construcción volcánica de la Isla de Gran Canaria (14.5-8.6 millones de años (m.a.)), comienza con la aparición de un primer edificio volcánico en escudo, con una altura similar a la actual, aunque más extendido hacia la zona oeste de la isla (Agaete). 


Hace 14 m.a. aumenta la presión de las lavas bajo dicho escudo volcánico, expulsando el material que había en su interior en muy poco tiempo, provocando un gran colapso de la cúpula de dicho escudo volcánico, creando una gran depresión o paleo-caldera en la zona. Posteriormente, dicha “caldera” se rellena y desborda por la reactivación de la actividad volcánica. Tras este largo período de actividad, la isla pasó por un letargo de casi cuatro millones de años (8.6-4.5 m.a), en los que la erosión labró los primeros barrancos en esta área, acumulando depósitos aluviales en las desembocaduras de los mismos y modelando el relieve entrono a esa primera “Caldera de Tejeda”. Hace unos 4.5 m.a. comenzó un segundo ciclo volcánico desplazado hacia el centro de la Isla con diferentes periodos eruptivos, en algunos momentos muy explosivos, que conformaron el Estratovolcán “Roque Nublo”. 

De dicho gran volcán apenas nos quedan unos vestigios, pero la vista que ofrece el Teide desde la cumbre de Gran Canaria permite hacernos una idea de la posición y las dimensiones que pudo alcanzar, ya que se estima que llegó a los 2.500 m de altura. A causa de las erupciones muy explosivas que sufría, junto a la inestabilidad de sus laderas, muy inclinadas, el volcán Roque Nublo comienza a sufrir, hace unos 3 m.a., grandes deslizamientos. Los restos de estas grandes avalanchas se reconocen en diferentes lugares de la Isla (Ayagaures, Jinámar, Arucas, Gáldar), e incluso varios kilómetros mar adentro. La “Caldera de Tejeda” que observamos hoy en día, de unos 17 km. de diámetro, es el resultado de una compleja y dilatada historia de erupciones volcánicas, a veces muy violentas, colapsos y erosión.

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