Regreso a Ítaca (6) / Precipitarse hacia las propias consecuencias / jorge maqueda

Sierra de la Calderita ( Extremadura)
 

Hoy más que nunca podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que pertenecemos a la era de la complejidad y la incertidumbre (S. Pániker). Las barreras que antaño nos recluían en celdas “sociales” apartados de esperanzas y anhelos han ido cayendo. Los hombres no nacen condicionados y las aspiraciones no se ven limitadas, debido a un bajo estatus social. Consecuentemente, desde muy jóvenes todo lo que somos, tenemos o la opinión que merecemos a los demás nos parece insuficiente; nos sabe a poco queriendo más reconocimiento: deseamos sentirnos protagonistas, incluso diferentes al resto de la sociedad. Sin embargo, al levantamos por la mañana la realidad nos saluda, como todas las mañanas: arrojándonos a la cara un jarro de agua fría. Nos miramos entonces ¿Cuántas veces?, resignados frente al espejo, aborreciendo de lo que somos y nuestra vulgaridad; y nos afligimos por todo aquello que deseamos desde lo más profundo del alma; desde esa misma profundidad por la que igualmente sabemos que jamás lograremos el propósito a alcanzar. Pero he aquí el lugar: “la fortaleza” de nuestro hogar y el instante frente al espejo: precioso lugar y momento, en el que la inconsciencia se despereza y nos mira desde el otro lado con nuestro propio reflejo, susurrándonos con voz grácil y seductora, de tal manera que las palabras adquieren  propia luminiscencia: (Deshójanse las copas otoñales del parque mustio y viejo. La tarde, tras los húmedos cristales, se pinta, y en el fondo del espejo. El rostro del hermano se ilumina suavemente. ¿Floridos desengaños dorados por la tarde que declina? ¿Ansias de vida nueva en nuevos años?¿Lamentará la juventud perdida? Lejos quedó -la pobre loba- muerta. ¿La blanca juventud nunca vivida teme, que ha de cantar ante su puerta? - Machado, el viajero).  «Rotas y sin vigencia, las normas que durante tanto tiempo prestaron contingencia dentro de la sociedad al individuo, no puede este ahora construirse una dignidad, sino del fondo de sí mismo» (Gaset). Pero cuidado: la imaginación es mala cabalgadura para un hombre sensato, lo decía Pío Baroja y no le faltaba razón. Hay ocasiones, en que esas efímeras e inofensivas visiones ( insinuaciones), plagadas casi siempre de buenas intenciones, mueven a despertar profundos deseos y exacerbadas pasiones, que lejos de parecer arriesgadas nos seducen de manera singular: tirando de nuestras almas —desoyendo las advertencias— cuando atisbamos a lo lejos la posibilidad de ir más allá, ser más allá convencidos de hacer posibles aquellos sueños. Se trata de verdaderos orgasmos deslumbrantes de luz delirante y fabuladora (de los que circe ya nos advierte por odiseo), que incitan a mover y cambiar el modo de ser y pensar al individuo: a actuar, creyendo, que si seguimos adelante, lograremos permutar el mísero destino al que se dirige nuestra existencia. 


Aeropuerto de Estambul, destino a Van (oriente de Turquía)

No negaré que el ejercicio resulta convincente, y más para quien ya se encuentra desilusionado consigo mismo (y lo observamos precisamente en todos aquellos que permutan sus vidas, como si se tratase de ser otro / vivir otra vida). De modo, que la catarsis ciertamente contribuye al embelesamiento, desmantelando así toda defensa y juicio —frente a ese caballo blanco que avanza llamado voluntad—, que el individuo pudiera haber construido, dándole algo de tiempo y así defenderse de su violencia. Violencia devastadora, con la que luego irrumpe arrasando cual salvaje montura pertrechada de etéreas substancias, invitándonos a cabalgar, haciendo frente a las eventualidades del mundo que puedan salir al paso. Muy pocos son entonces los que intuyen el enorme coste y sacrificio que supone tan precipitado juicio; una determinada elección en nuestra vida, sobre todo, cuando se quiere ir más allá de uno mismo. Y son menos aún, quienes cuentan con que la tormenta pueda tragarse, mandando a pique la tan anhelada empresa.


Aeropuerto de Van (Van (en turco: Van; en armenio: Վան ; en kurdo: Wan) es una ciudad del este de Turquía situada en la orilla oriental del lago Van y capital de la provincia de Van. Cuenta con 331 986 habitantes (2007). Fundada en los tiempos del reino de Urartu, relacionado históricamente con la etnia armenia (cristianos) fue durante muchos siglos enclave de este pueblo hasta el Genocidio armenio propiciado por el Imperio otomano (a mano de los kurdos). En la actualidad, aunque no existen cifras oficiales, la mayoría de la población de la ciudad es de etnia kurda. El origen de su nombre proviene del armenio antiguo: van, que significa «pueblo».

No son pocas las ocasiones, que embarcamos la vida en un frágil junco, construido apenas con algo más que buenas intenciones, y sin saber que nos aventuramos a un mar bravío, seno de frustraciones y desventuras: una travesía muchas veces malograda ya de antemano, por no haber calculado “la infinitud del deseo” ni previsto las dificultades de tan arriesgada singladura. No pasa mucho tiempo para cuando la tempestad arrecia desarbolando las velas: desatando los problemas y volviendo a los titanes en contra nuestra. Sólo entonces nos acordamos de aquellos desestimados consejos y advertencias surgiendo las primeras dudas: recelos primero, que darán paso al miedo, que se agrava durante la noche cristianizado en sombrías pesadillas que una vez manifiestas, se tornan perversas acechando y atormentando al individuo: consumiéndole más que la propia vida. Con ellas se revelarán uno tras otro todos los peores fantasmas, surgidos como demonios no invocados en la noche oscura: duendes que invitados por ese “otro yo” que algunos afirman "todos llevamos dentro", y disfruta martillando lenta la conciencia cuando nos reprocha que quizá nos equivocamos (que no hicimos caso); o aún peor, recordándonos lo terriblemente atroz y absurda en que puede llegar a convertirse la propia vida. Por fin, y una vez ya presa de la red tejida por el caos y la incertidumbre: la misma, donde deposita sus gérmenes la locura, veremos el futuro de forma muy distinta; sintiéndonos, como aquel que tantas veces frecuentó la angustia y la duda, dotándola de sentido, y que de manera elocuente  al preguntarse qué le depararía el futuro, comparó sus sensaciones con las de una araña que desde un punto fijo se descuelga, suspendida, teniendo ante sí siempre el enorme vacío, pataleando sin encontrar un lugar donde apoyarse: víctima de su propia voluntad y precipitada hacia a sus propias consecuencias. ¿Sonríe el sol de oro de la tierra de un sueño no encontrada; y ve su nave hender el mar sonoro, de viento y luz la blanca vela hinchada? Él ha visto las hojas otoñales, amarillas, rodar, las olorosas ramas del eucalipto, los rosales que enseñan otra vez sus blancas rosas. Y este dolor que añora o desconfía el temblor de una lágrima reprime, y un resto de viril hipocresía en el semblante pálido se imprime. Serio retrato en la pared clarea todavía. Nosotros divagamos. En la tristeza del hogar golpea el tictac del reloj. Todos callamos. (machado, el viajero)


Yo de espaldas, mirando y viendo desde el punto mas bajo del ascenso la cumbre del volcán Monte Ararat, (5/Septiembre/2021) 

Yo escucho los cantos de viejas cadencias, que los niños cantan cuando en coro juegan, y vierten en coro sus almas que sueñan, cual vierten sus  aguas las fuentes de piedra: con monotonías de risas eternas, que no son alegres, con lágrimas viejas, que no son amargas y dicen tristezas, tristezas de amores de antiguas leyendas. En los labios niños, las canciones llevan confusa la historia y clara la pena; como clara el agua lleva su conseja de viejos amores, que nunca se cuentan. Jugando a la sombra de una plaza vieja, los niños cantaban. La fuente de piedra vertía su eterno cristal de leyenda. Cantaban los niños canciones ingenuas, de un algo que pasa y que nunca llega: la historia confusa y clara la pena. Seguía su cuento la fuente serena; borrada la historia, contaba la pena. (soledades) recuerdo infantil VIII

The mother of Mohammed Hassan, a Pakistani porter who died on July 27 during a summit of K2, weeps while she holds a portrait of him at their home in Tasar, a village in the Shigar district in the Gilgit-Baltistan region of northern Pakistan, Saturday, Aug. 12, 2023. 

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