SUBIENDO VOLCANES / Jordi Maqueda / Volcanes
Cuando hablas con los guías kurdos, más
si estos son de Dogubayazit, todos te cuentan y recuerdan, que la montaña es
poco menos que suya: que han nacido allí;
que la llevan subiendo desde pequeños y se han criado en ella y, es indiscutible,
cualquiera allí lo puede comprobar, que la montaña está omnipresente en la vida de
todos los habitantes de de Dogubayazit. Pero, y volviendo al tema de si la
montaña es suya, y a tenor de lo que podemos ver a medida que ascendemos —día
tras día— comprobando, como las zonas de los campamentos está perfectamente
delimitada, y el terreno repartido en pequeñas parcelas donde cada guía o
empresa tiene la suya, con sus tiendas de cocina y baños donde
instalar a los turistas, casi que uno afirmaría que sí: “la montaña es suya” o,
al menos, esa es la sensación que da a todos lo que hemos pasado por aquí.
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Campamento a 4300m (Monte Ararat) |
Pero, y esto es como poco curioso, que alguien se otorgue la propiedad de algo tan magnífico, y luego no lo valore por lo que también es: una montaña “Sagrada”, sino más por lo que les reporta —económicamente— claro está; pero, igualmente, algo parecido ocurre con algunos "montañeros" turistas, quienes nada sagrado ven en este monte (a lo más te dirán que aquí estuvo Noé), y a los que poco importa su historia y relación con los pueblos que la habitaron y habitan, geología o vulcanismo reciente o, qué curiosidades se puedan encontrar a 3000, o 4000 metros de altura —importandoles tan solo aquello que la cima les puede reportar / la foto: una cumbre más. Así de resumido, y asi simple y absurdo es el sentido que tiene tiene esta montaña hoy para unos y otros (administradores y disfrutadores) este formidable volcán, por cierto, y como dije anteriormente “Sagrado” para los armenios y, según ellos legítimos herederos por derecho —y propietarios — de este magnífico lugar. Recordemos...
La Armenia actual es sólo la parte oriental de la Armenia histórica, siendo hoy una pequeña república ex-soviética en torno al lago Sevan. Lo que fue antaño la "Armenia occidental" se encuentra cerca del lago Van, y hoy forma parte de Turquía. Y la "Armenia meridional" está en Irán, justo a orillas del lago Urmia, su «tercer mar». Sin embargo, cuando pregunto por los armenios, en Van, Dogubayazit, o ya sobre el Ararat, nadie me dice nada, o mejor dicho, casi nada: —“Aquí todos somos kurdos”, no hay armenios" —dicen. Sin embargo, algo me decía que no era así. Ya sobre el Ararat tuve algunas sensaciones, que todo este viaje tenía algún sentido más allá de subir el enorme volcán. En mi cabeza, entonces, no dejaba de darme vueltas algo que había averiguado durante mi estancia en Van, una noche, unos días antes, y precisamente en relación con los armenios.
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Dos hermanos: niño y niña, muy jóvenes, vendiendo unas latas de cola a los turistas. Foto: en el lugar, punto final de la pista para vehículos. A partir de aquí se cargan mulas, y los diferentes grupos de excursionistas, inician camino a pie durante 5 días, a la montaña.
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Van era a principios del siglo XX un centro de la cultura armenia. De hecho, fueron precisamente las persecuciones otomanas del siglo XIX, las que llevaron a los civiles armenios a atrincherarse en Van y aliarse después con las tropas rusas. Consecuencia de ello, los turcos pulverizaron la antigua Van —construida sobre una antigua y milenaria fortaleza de Urartu—. Los armenios que entonces quedaron vivos y no huyeron, fueron asesinados o deportados. Sin embargo, lo que buena parte de gente desconoce, es que sí quedan armenios en la zona: aunque, no es tanto difícil encontrarlos, como luego lo es hablar con ellos. Se trata de descendientes de familias armenias que se convirtieron al islam cuando vieron que peligraba su vida y la de sus familias, y que ocultaron a sus hijos su cultura; o bien, son descendientes de los huérfanos de la matanza, luego adoptados por familias kurdas. A veces, en una familia, aparece un documento en un trastero o desván y se revela una vieja historia familiar; así, cualquiera de un día para otro puede descubrir que su abuelo era armenio. Increible!! Y, lo mejor, es que de estas historias primeras, surgen luego, enterándome yo de otras: como que el Ararat sigue siendo esa Montaña sagrada para estos cripto-armenios y, que algunos aún la visitan, como cualquiera de nosotros visitamos nuestros templos y ermitas. Pero, siempre, a uno le asaltan las dudas pues, estas extraordinarias afirmaciones precisan igualmente de pruebas extraordinarias, que demuestran esta realidad desconocida: "que los armenios aún están, y están en la montaña".
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Monte Ararat, próximo al glaciar entre los 4300 y 4700m
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Darle un sentido propio a las cosas, las cosas que hacemos, más allá de las que le dan o hacen los demás, debe ser nuestro principal anhelo. Un viaje no es una certeza en la que se está en tanto a la razón de éste; sino, más bien una certeza a la que se llega siguiendo lo que nos dicta el corazón y no un programa de viaje y esto, es algo que todos comprobamos, al ver colapsar o aumentar nuestras expectativas durante el mismo. Es cierto, que todavía hay quien dice, y cree en aquella afirmación popular que refiere, en tanto que viajar, refiero “subir montañas/o volcanes es algo, estéril”. Y quizá lo sea, para aquellos con una mente igualmente estéril. En mi caso, intento ir más allá, renunciando incluso a lo por mi mismo proyectado si es necesario; y este viaje fue muy especial en ese sentido...
Antes de iniciar este viaje yo había hecho mis deberes. De hecho, hacía más de dos años que llevaba preparando y hablando acerca de detalles con algunos guías de la zona oriental de Anatolia (altiplano armenio) ya con vistas a este viaje: leyendo, además, bastante acerca de conflictos e historia reciente y antigua de la región, así como del vulcanismo pasado de la misma, como se podrá comprobar de mis otros escritos en esta web. Sin embargo: nadie me había dicho, que los armenios siguieran en la región hasta que llegue a la zona "Van" y, muchísimo menos que éstos anduviesen por la montaña: su “Montaña Sagrada”. Creo que cuando escuché luego que los armenios ya no estaban, y el modo y las formas en que esto se afirmaba, algo, quizá un resorte oculto saltó en mi mente —y es mi condición, además, siempre estar enfrente—. Por no decir, que al tratarse de dos afirmaciones, por parte de unos y los otros, totalmente opuestas, ésto causó algún tipo de conflicto en mí a partir de ese momento.
Así, durante la mañana del 7 de septiembre, y mientras mis compañeros y el guía estaban a otras cosas, discretamente, le deje ir y me dirigí montaña arriba a un lugar todavía a más altura, donde algo había llamado mi atención la tarde anterior —durante una de las muchas caminatas de aclimatación— y, que en aquel momento no entendí relevante, pues me pareció una rama delgada, casi inapreciable en la distancia, pasando casi inadvertido; pero, ¿una rama donde no crece nada? — me pregunté— y, donde nada perdura, a más de 4600 m de altura aprox... (aproximadamente, pues no llevo barómetro— lo digo partiendo de la inf que nos da el guia: camp a 4.300m, y el icono estaba más arriba de éste, antes de los glaciares, éstos a 4700 u 4800m)
Es curioso como son las cosas: yo había ido allí principalmente, y más allá de conocer las ciudades y ruinas, por subir al volcán, cuando de pronto me ví, no pensando en subir la montaña, o contemplar o buscar rocas o bombas volcánicas, ni nada de lo que se suponía que debería estar haciendo o pensando en aquellos momentos... Si, es cierto estaba en el volcán, pero no tenía la mente como en otras ocasiones pensando en lo que "debía hacer", yo estaba a otra cosa... "Impulsado" si queremos llamarlo así, siguiendo una corazonada, que no sabía dónde o hasta que, me llevaría.
Creo, que como le ocurriese a Colón, ya sabía lo que buscaba pero, no lo que iba a encontrar. Lo único que puedo decir, es que al llegar al lugar, mi sorpresa fue mayúscula, y una sonrisa enorme —de oreja a oreja— se dibujó en mi cara mientras, la alegría como un tsunami inundaba mi corazón quizá, encontrando allí el sentido y razón de aquel viaje. Y siendo, de nuevo la montaña ese vehículo, por el que llegaba a otras cosas: la felicidad y la paz conmigo mismo y el mundo.
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(fig-1) Pequeño Altar Armenio, que encontré a unos 4500m de altura aprox, en el monte Ararat (kurdistán Turco). El pequeño altar consta de dos iconos bien representativos de La Iglesia Cristiana Apostólica Armenia: uno en la rama o bastón, y el otro en el suelo, que representa a San Gregorio el Iluminador, que se convirtió en el primer católico de todos los armenios. La Iglesia Apostólica Armenia es parte de la iglesia Ortodoxo oriental, conjunto, que no se suscribe a las fórmulas cristológicas del Concilio de Calcedonia. Incluye la Iglesia copta ortodoxa de Alejandría, la Iglesia Ortodoxa Etíope Tewahedo, la Iglesia ortodoxa siríaca, la Iglesia Ortodoxa Siria de Malankara, y el Iglesia ortodoxa de Eritrea Tewahedo. |
Encontrar este pequeño altar no fue casual: de entrada, y primero: no estaba escondido y, segundo: tampoco es algo que hubiese quedado al descubierto, saliendo a la luz por casualidad: lo pusieron recientemente allí. Además, nada en este volcán, y menos a esa altura que no sea una roca perdura. Y, estoy seguro que una o algunas personas lo mantienen allí y en buen estado. Lo afirmo en base a que las condiciones climáticas a diario allí son tremendas, y encontré el conjunto con la rama vertical y los iconos bien puestos y limpios aquella mañana, diría que quien lo montó también lo cuida —el viento y el polvo son terribles— e, igualmente, diría que ese alguien pasa a menudo por allí, me atrevería a decir que regularmente: posiblemente incluso sea un guía ¿Qué otra explicación sino? Pero, hay más... el simbolismo.
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(fig-2)San Gregorio el Iluminador, este icono fue el que hizo que volviese a mirar después y con mayor atención el conjunto, pues claramente, y en cuanto investigue un poco observé que no era “pantocrátor” sino San Gregorio, el Iluminador (257-330) fundador, y santo patrón de la Iglesia apostólica armenia, llamado el segundo Iluminador de Armenia, tras los apóstoles Judas Tadeo y Bartolomé. |
LA CARGA SIMBÓLICA
He tardado meses en decidirme a comenzar a escribir este texto, que no considero concluso, a día de hoy. Tenía muchas dudas al principio, pues había cosas que no encajaban en relación a las imágenes representadas, sobre todo una de ellas, la (Fig 1) —dando por hecho desde hacía meses que representaban ambos un “pantocrátor” y así lo expuse al consultar a mi primo José Manuel: capellán, y profesor de filosofía y Ética y Teología Moral Fundamental en el colegio diocesano San Antón - Badajoz), y pretendiendo, con su ayuda, en la medida de lo posible desentrañar el simbolismo, o mensaje, que estos iconos pudiesen representar.
De hecho, no fue hasta hace unos días, cuando volviendo de nuevo a los iconos y precisamente, hablando con José, mientras ampliaba los archivos para enviarle copias para el análisis de los mismos, que reparé en algunos detalles que me habían pasado anteriormente por alto —La primera imagen en principio, y parecida a un “pantocrátor” me confundió, dando por hecho que ambas lo eran— siendo, al ampliarlas, cuando comprobé algunos nuevos detalles, tanto en los ropajes de la - fig2, como también el detalle de la cruz sobre el pecho - fig1, o el “Barco” y el "paño" en la mano izquierda de ambos iconos y, que después de comparar con otros “pantocrátor” buscados a este efecto, no me parecía tener por donde cogerlos; pues, la representación clásica de Dios “pantocrátor” Todopoderoso, y típica y del arte bizantino, aparece éste "mayestático" con la mano derecha levantada para impartir la bendición, y portando en la izquierda los Evangelios o las Sagradas Escrituras. Lo que no coincidía para nada con estos iconos.
Así, luego observando ya con más atención y detalle el dibujo de las ropas de la fig-2, éstas me recordaron otras imágenes vistan con anterioridad: retablos y cuadros, observadas en publicaciones anteriores, y que eran exactamente iguales (las ropas) a aquellas con las que se representa la imagen de San Gregorio el Iluminador, lo que hizo que volviese a mirar con mayor atención ambas, concluyendo, que al menos la fg2 no era la imagen de “pantocrátor” sino San Gregorio, (257-330) fundador, y santo patrón de la Iglesia apostólica armenia, llamado también el segundo Iluminador de Armenia, tras los apóstoles Judas Tadeo y Bartolomé. Lo que daba un vuelco a todo, lo por mi imaginado hasta el momento, no teniendo ya ninguna duda del origen armenio del altar.
sigue)))- en unos días, ampliaré este texto.
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