CUESTIONES A LA INTERPRETACIÓN DE COPENHAGUE, O PRINCIPIO DE COMPLEMENTARIEDAD (Y RELATIVO A LOS VOLCANES TAL Y COMO LOS PERCIBIMOS) / jorge maqueda

Observando las formaciones del siroua (Volcán, calificado de  Extinto, Marruecos Ene 2019)

Posiblemente usted se pregunte, qué interés puede tener en este blog de volcanes y montes un acercamiento a esta curiosa interpretación, que incorpora el principio de incertidumbre de Heisenberg, y presentada por Niels Bohr a finales de los años veinte, llamada entonces “idea o principio de la complementariedad”. Espero, que el texto se justifique a sí mismo, y que al final dicha cuestión quede, si no del todo, en buena medida satisfecha, por el momento.

Bohr  señaló—corría el año 1927—, que mientras en física clásica (determinista) se concibe que un sistema de partículas funcione como un aparato de relojería —independientemente, de que éstas sean observadas o no—, en física cuántica el observador interactúa con el sistema, en tal medida que el sistema no puede considerarse independiente del observador: interpretación ésta, participatoria del principio antrópico. 

  • Principio antrópico débil

Debemos estar preparados para tener en cuenta el hecho de que nuestra ubicación en el universo es necesariamente privilegiada en la medida de ser compatible con nuestra existencia como observadores.

  • Principio antrópico fuerte

El universo (y por lo tanto los parámetros fundamentales de los que depende) debe ser tal que admita la creación de observadores  (observadores que, a su vez,  interpretan dicho universo / las formas dentro de él en algún momento).


La consecuencia directa de la interpretación de Copenhague se puede explicar, y entender más fácilmente en términos de lo que ocurre cuando se realiza una observación, a saber: en primer lugar se debe aceptar que el hecho de observar una cosa la va a alterar, cambia (modifica  / y modifica a nuestra intención de observar dicha cosa, o deseo de que la cosa sea: una determinada cosa (deseo en una forma concreta al deseo, de dicha cosa en una determinada forma), de lo que se desprende que al observar, se afecta directamente lo observado (afectamos al espacio observado: y observamos con la vista, la retina de los ojosy, por lo tanto, el observador estará, por medio de la vista,  (entendiendo) alterando la cosa, pero lo hará en función ( no solo de sus deseos sobre la cosa) sino igualmente de nuestros saberes y conocimientos adquiridos por  experiencia o ausencia de esta en la naturaleza (y ángulo y grado de visión igualmente) formando parte en todo momento parte del lo observado: en tanto la cosa observada será: bien lo que realmente la cosa es (mirada holística objetiva), o lo que el observador, bien por falta de ángulo de visión o experiencia desea, derivando a una "visión subjetiva". Finalmente, se habrá de considerar, que toda la información que constituyen los resultados finales del experimento (definición de la cosa) viene dado por la capacidad del observador de asilarse (de la cosa) o integrarse en ella. 

En este sentido, y releyendo a J. Gribbin “En busca del gato de Schrödinger” Ed. Salvat- 1986,  encontré una de las mejores explicaciones que he leído jamás, en tanto a aquello que la interpretación de Copenhague representa, refiriendo un ejemplo de extraordinaria sencillez facilitado por Eddington, allá por los años treinta. Eddington, en su libro “The philosophy of Physical Science”, y refiriéndose al asunto en cuestión, reseñó, que lo que se percibe y aprende en un experimento, siempre está altamente influido por las expectativas: expectativas (deseo) de quien investiga ¿hablamos de una voluntad ejercida sobre el medio observado?, mejor, vayamos con el ejemplo.

"Supongamos, afirma Eddington, que un artista asegura que en el interior de un bloque de mármol yace oculta la figura de una cabeza humana. ¿Absurdo? Pero entonces, el artista —un escultor se intuye— comienza a hacer aquello que mejor sabe: su trabajo, y con algo tan sencillo como un martillo y un cincel, pasadas unas horas, pone al descubierto la forma oculta". Gribbin, acertadamente, se pregunta, si sería quizás ese, el modo en que Rutherford descubrió el núcleo (extrapolamos: el modo en que un científico cualquiera descubre esta o aquella cosa) “Hemos de recordar que el descubrimiento, no amplia el conocimiento que tenemos del núcleo” —afirma Eddington—. Lo cierto, es que nadie, ni antes ni ahora, ha visto jamás un núcleo atómico ( pero hoy todos lo entendemos de esa forma). Lo que se observa son siempre los resultados de los experimentos, resultados que luego el científico se interpreta en términos de núcleos (bien: piensen ahora en términos de montañas). del mismo modo nadie jamás encontró un positrón hasta que Dirac sugirió que podían existir, y hoy los físicos aseguran conocer mayor número de partículas que elementos existen en la tabla periódica (En busca del gato de Schrödinger - John Gribbin-1986). 

Luego e Independientemente, de cómo cada cual entienda esta explicación, lo cierto, es que hablo de un concepto relativo a la realidad: la realidad tal y como la percibimos (a partir de nuestra educación y formación).  Dicho de otro modo: creando una realidad que somos nosotros y nuestras expectativas en ella (piensen de nuevo en términos de montañas).

Pero en este caso, propongo actuar, ya no como meros observadores ajenos, sino más bien formando parte integrante de ella: de la realidad, observada en sí misma (por nosotros mismos con nuestros propios ojos)  interactuando continuamente con ella (con la realidad) en tanto salimos y la percibimos: luego la entendemos.

De modo que, a partir de aquí, deberán ser ustedes quienes juzguen si cuando miramos hacia el horizonte, "y no en este caso de lo infinitamente pequeño", vemos un paisaje genuino o, más bien, en ese horizonte y lo que vemos en él, es aquello que es, lo que queremos ver, lo que otor quieren que veamos, o, lo que  tememos ver. El mundo, según Husserl, adquiere sentido por su horizonte / sentido y entendimiento del mundo, que ha de venir del “asombro”, de despejar ese horizonte (oscuro, la sombra) dice Zubiri. Pero entendamos ese horizonte, ese nuevo paisaje que asoma ante nuestros ojos y lo que hacemos luego, como resultado de despejarlo.


Cuando estudiamos una montaña, nos dirigimos a ella como una montaña: vemos e identificamos primero la montaña a partir de sus formas que reconocemos: de otras, y a partir de ahí la estudiamos y la estudiamos como una montaña. Luego y a partir de esta posición que adquirimos como observador: observador que entiende que tiene delante una montaña (a partir de sus conocimientos adquiridos), define la nueva montaña y la estudia como tal. Este corte de una imagen, define lo que quiero decir, bien podríamos estar ahi ahora mismos viendo (imagen de arriba) una montaña (o parte de una montaña o sierra), entendida (interpretada) a partir de nuestras observaciones en el medio y su estudio :  conocimiento nuestro luego de la naturaleza por nuestra experiencia de ella, que nuestros sentidos han interpretado interpretan, de las sensaciones: luego proyectando nosotros (de la imagen) (nuestro entendimiento) de aquello que tenemos delante: de este segmento de la naturaleza, del que no somos capaces de ver mas de lo que vemos y entendemos de aquello que vemos, por nuestras propias experiencias. luego hay personas que por su propia experiencia entienden de este segmento (arriba) la posibilidad de una forma mayor, por ejemplo perteneciente a una sierra (entendimiento de esa misma montaña) teniendo una  noción o percepción (ancho de vista mayor debido a siu experiencia que el personal común a partir de estudios ) y entendiendo y proyectando a los demás la imagen de abajo (de una sierra).


Pero hay otras personas, y refiero a aquellas personas que transitan un camino algo diferente que les lleva, no a cumbres de montañas o o certezas de lugar o cosa alguna, sino a las formas que se advierten de dicho camino, cuando del plano advertimos un lado curvo que se proyecta hacia arriba. Hablo de aquellos que subimos a los volcanes, para desde ese punto: de dicho lado curvo (cono) proyectado hacia arriba, nosotros luego proyectarnos en ángulo hacia abajo y otros entiendan de aquello que vieron, pero desde el plano donde se encuentran no advierten, una sombra (oculta) de la forma, que nosotros recorriendo el borde del cono, si  que podemos ver y reconocer luego fuer en otras formas.



Foto: jorge maqueda (3 sep 2019)
Cráter Coloso de Santa Ana – Ilamatepec (Altitud de 2,381) siendo el volcán más alto de El Salvador, registrando sus últim as erupciones en el 2005. 

Resumiendo, lo que quiero decir es que hay que moverse, estar en el camino de la vida para reconocer (ya) esas nuevas formas curvas que nos recuerdan a las que habíamos ya visto antes en nuestras vidas, pero ahora, volverlas a mirar desde otro lugar o punto de vista, y que solo es posible a partir, primero y antes de todo, de un análisis de nuestras nuestras propias experiencias (y movernos continuamente, para no ver las cosas solo desde aquel ángulo que siempre se nos muestra) pero del que ahora reconocemos una sombra: algo que no vemos (igualmente que en los volcanes) ignorando que existe una forma oculta que se proyecta hacia su interior), forma, pero que podemos entender (precisamente de los volcanes activos ) al ascender de su lado a aquel punto desde el que nos podemos proyectar hacia abajo (para que éste nos proyecte más hacia arriba), reconociendo aquella forma que los que están  abajo, o siempre mirando hacia arriba buscando una cumbre aún no pueden reconocer, pues solo reconocen  montañas, lagos y bosques, y nada más.


Foto jordi maqueda (4 sep 2019) Van oriente de Anatolia / Turquía
desde el borde del Cráter, yo de espaldas, mirando la caldera del Volcán activo Nemrut



Sobre las dos últimas imágenes pequeñas de arriba: son del interior del cráter (enorme de la caldera del volcán Nemrut / Van - Turquía). Lo que es evidente, es que quien no hay estado recorriendo el borde del cráter, pero se encuentra en el centro de este, solo advierte montes, lagos y bosques. Por el contrario quien desde el otro lado recorrió ascendiendo el lado curvo del volcán para proyectarse hacia abajo (y no hacia la cumbre mirando siempre hacia ariba) reconoce aquello que no advierten otros: que no están rodeados de la lagos, montañas y bosques: sino que en tan en el centro del cráter, de un enorme volcán activo cuya chimenea está cubierta por el agua de un lago: considérese ahora una posible erupción freática, cuyo tamaño, magnitud no pueden advertir ni imaginar. 

foto arriba: (3 de septiembre 2021) Preparándonos para pasar la noche en el centro del cráter del volcán Nemrut, con Orham, nuestro anfitrión kurdo, que nos preparaba unos pinchitos de algo muy rico, acompañado de un vino, que no evitó que durmiese, como siempre fuera de la tienda, y a la luz de las estrellas.

foto abajo: Pero no podría terminar una entrada que habla del principio de complementariedad, sin hablar de Mi amigo Ahmed (ciudadano iraní, de Irán, para más señas) cuyo nombre significa "digno de alabanza" y a quien tengo muchísimo que agradecer, pues además de su agradable compañía, me guió, por aquellos caminos de oriente siempre apartados del grupo, mientras me daba agua cuando ya no tenía, me ofrecía un cigarro si se lo pedía, y me esperaba “siempre” cuando estaba cansado; y allí donde yo quería subirme (pero era comprometido y peligroso) también del peligro me advertía. De lo más noble que he conocido tanto fuera, como dentro de mi país (España)

Ahmed y yo

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