UNA NUEVA (INTERPRETACIÓN) ACERCA DE LA TEORÍA DE LA VISIÓN, EN RELACIÓN A LOS VOLCANES /jorge maqueda

- A las parcas, que guardan los destinos de las personas.

Hay cuestiones que por alguna razón y desde siempre han atraído desconcertado las mentes más instruidas. Si bien, tal desconcierto no habrá de ser mayor al debate que genera postular de esas mismas cuestiones. Y se observa esta circunstancia en mayor medida, cuando de lo que se trata es de la realidad, entendida como aquella realidad que percibimos a través de los sentidos. El propio Heisenberg (1901–1976) —físico conocido sobre todo por formular el principio de incertidumbre— para quien todo aquello que observamos no es la naturaleza en sí, sino la naturaleza expuesta a nuestros ojos, ya se cuestionó la existencia de la realidad en sí misma, tal y como la percibimos. Niels Böhr (1885–1962) posiblemente, el físico que realizó algunas de las mayores y más importantes contribuciones a la comprensión de la naturaleza (estructura) del átomo y de la mecánica cuántica, en su momento también fomentaría el debate, afirmando: "Todo aquello que nos parece un mundo estable (visible) no es más que una ilusión": a decir de aquello que oculta o enmascara la realidad (del mundo). Y, si bien es cierto, que tal afirmación a muchos desconcierta, existe otra que, profundamente entendida aún más nos inquieta y desconcierta, a saber: del ensayo de una nueva teoría de la visión. Así llamó George Berkeley (1685-1753), filósofo natural de Irlanda, a su primera obra publicada apenas con 24 años de edad. Berkeley desarrollaba en esta, la tesis por la cual se entendía la negación de una realidad externa y objetiva al ser humano, estando aquella realidad sugerida al hombre por las propias sensaciones que se derivan directamente de la persona que se encuentra observando el objeto (el mundo) en cuestión. Del mismo modo, Berkeley afirmaba que el tamaño, volumen y situación de los objetos no se podían ver de un modo directo, sino que todo ellos eran interpretaciones del significado de los colores (de la luz) los cuales son en realidad (uno), pero que es la única forma en que realmente podemos ver la luz, cuando es reflejada en las formas,  afirmando: "La coincidencia de las sensaciones táctiles con las visuales carece de toda justificación, pues aquellas y estas sensaciones, también llamadas impresiones, son simplemente signos de los cuales consta el metódico y codificado lenguaje de la naturaleza, dirigido por Dios a los sentidos y la inteligencia de los hombres".

Luego ya más avanzado el ensayo, Berkeley describe este lenguaje metódico y creado por Dios, afirmando que tendría por objeto instruir y guiar al hombre, a la hora de regular sus actos en la tierra con fin de que obtuviese todo aquello que le fuese necesario para la vida en ella. Si bien —y a mi modo de entender— aceptar esta interpretación sugiere una segunda lectura, implícita (pero no descrita), y que nos llevaría a cuestionar si este magnífico lenguaje codificado habría podido ser creado “por Dios”, no solo con el objeto de que el hombre obtuviese todo y solo aquello que le fuese necesario para la vida en la tierra, sino igualmente con el propósito de mantenerlo alejado de todo aquello que sobre esta (la tierra), y sutilmente velado a nuestros sentidos y a la razón, pudiese fatalmente destruirlo. Pues, de sobra es por todos conocido que existen en la naturaleza innumerables amenazas y, además de aquellos peligros que percibimos o podemos también intuir: existen otros (peligros) que no, pues tan velados a la razón, o al menos lo están, hasta que es demasiado tarde. Y es precisamente llegados a este punto: tarde y sobrepasado el límite dado a la razón, cuando regresan surgidas del abismo a tomar desquite aquellas fuerzas terribles y distintas a las que se suponían, y que acompañadas de unas veces de dolor y sufrimiento, lo son otras además, de un bárbaro y profundo sentimiento de devastación. Pues "Hay cosas que solo la inteligencia buscaría, pero que por sí sola no podrá encontrar. Son aquellas que solo el instinto encontraría, pero no debería buscar jamás."(Bergson).


(cráter Santiago) Volcán de Masaya (9 sep 20919) Nicaragua.  El Volcán Masaya uno de los 7 volcanes activos del país. Su cráter "Santiago" tiene una altitud de 635. y emite continuamente grandes cantidades de gas de dióxido de azufre; también mantiene una incandescencia en su interior debido a un lago de lava persistente. El volcán forma el centro del parque nacional Volcán Masaya y a sus pies se ubica la laguna volcánica del mismo nombre. El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo observó el volcán en 1529 dejando las primeras referencias escritas del mismo. De acuerdo a sus crónicas, los indígenas consultaban a una bruja dentro del volcán (creo yo mejor entender algún tipo de Deidad femenina) por lo que Oviedo supuso que ella era el mismo diablo.


En el mundo, actualmente hay nueve lagos de lava que se mantienen de forma constante para que los podamos observar, y ser conscientes de una realidad: aquello existente bajo nuestros pies (lo he buscado, y visto con mis propios ojos). repartidos por el mundo tenemos Erta Ale, Etiopía; Monte Erebus, Antártida; Kīlauea, Hawái; Nyiragongo, República Democrática del Congo; Ambrym, Vanuatu; Villarrica, Chile; Nyamuragira, República Democrática del Congo; Masaya, Nicaragua; y el más recientemente descubierto (en 2019) es el lago de lava del Monte Miguel en la isla Saunders, / (ver volcanes con lagos de lava estables) situada en un archipiélago de once islas deshabitadas en el Atlántico sur cuya soberanía reclaman Argentina y el Reino Unido (con el nombre de Islas Sandwich del Sur). El volcán tiene una altitud de 990 metros y un cráter de 700 metros de ancho. En su interior los científicos encontraron un lago de lava de entre 90 y 215 metros de ancho, que está a una temperatura de 1.000 grados centígrados.

Tener conciencia de la realidad (o iluminar la sombra), por medio de realizar una búsqueda, viaje, personal, que te permita llegar a un punto donde poder observar la realidad existente bajo del mundo, te permite igualmente observar y juzgar los eventos que suceden y han sucedido en este planeta de un modo distinto. No puedo decir a nadie que vaya y suba a un volcán, pues este le revelara algo..., no es así (nadie tiene que ir donde va otro / ni seguir a nadie), no, y no se equivoquen: cada uno tenemos nuestro propio camino para entender aquello que necesitamos... y todos ya estamos en camino ¡solo que el mío son los volcanes!

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